Confucianismo: Los Clásicos Chinos y el Legado de Confucio

16/07/2025

Valoración: 4.04 (1426 votos)

En el vasto tapiz de la historia y la filosofía humana, pocas figuras han dejado una huella tan indeleble como Confucio. Su pensamiento, conocido como Confucianismo, no es meramente una doctrina ética, sino un complejo sistema que abarcó y moldeó las esferas moral, social, política y religiosa de China durante milenios. Este legado, perpetuado como religión de Estado hasta el siglo XX, continúa resonando en la cultura oriental. Pero, ¿quién fue este maestro y cuáles son los textos que preservan su sabiduría? Acompáñenos en un viaje a través de los «king» y los «shuh», desentrañando la esencia de una de las tradiciones más influyentes de la humanidad.

¿Quién escribió el Shuh?
La obra, escrita por alguno de la siguiente generación, parece incorporar el auténtico testimonio de sus discípulos. El segundo lugar en el "Shuh" se le da al "Libro de Mencio". Mencio, "Meng-tze" (Meng-zi. Idem, N.T.), no fue discípulo directo del Maestro; vivió cerca de un siglo después.

Confucio: El Maestro Eterno

K'ung-Tze, o K'ung-Fu-Tze, latinizado por los primeros misioneros jesuitas como Confucio, nació en el año 551 a.C. en el estado feudal de Lu, actual provincia de Shan-tung (Shang Dong). Aunque no creció en la opulencia, sus padres pertenecían a la clase superior; su padre fue un guerrero de noble ascendencia. Confucio era apenas un niño cuando perdió a su padre, lo que lo llevó a trabajar como sirviente en sus años mozos para sostener a su madre y a sí mismo. Sin embargo, su insaciable sed de conocimiento lo impulsó a encontrar siempre tiempo para el estudio, destacándose de tal manera que a la edad de veintidós años ya había fundado una escuela, atrayendo a numerosos discípulos por la fama de su erudición.

Su habilidad y lealtad no pasaron desapercibidas, y Confucio ascendió al cargo de ministro de justicia. Bajo su sabia administración, el estado de Lu floreció, alcanzando un grado de prosperidad y orden moral sin precedentes. No obstante, las intrigas de estados rivales y la creciente preferencia del Marqués de Lu por los placeres vulgares sobre el buen gobierno llevaron a Confucio a una encrucijada. Tras infructuosos intentos por reconducir a su señor al camino del deber, Confucio renunció a su alto puesto, sacrificando su tranquilidad personal. Durante catorce años, peregrinó de estado en estado, acompañado por sus fieles discípulos, buscando un líder que estuviera dispuesto a escuchar sus consejos. Sufrió numerosas privaciones y enfrentó peligros de muerte, pero su coraje y la fe en la naturaleza providencial de su misión nunca lo abandonaron. Finalmente, regresó a Lu, donde pasó los últimos cinco años de su vida, dedicándose a animar a otros al estudio, a la práctica de la virtud y a edificar a todos con su noble ejemplo. Murió en el año 478 a.C., a los setenta y cuatro años, casi contemporáneo de Buda.

La personalidad de Confucio era, sin duda, noble y cautivadora, lo que se infiere de los relatos de su carácter, sus elevadas enseñanzas morales y la calidad de los hombres que formó. Sus discípulos, en su devoción, lo proclamaron el más grande de los hombres, el sabio infalible, el hombre perfecto. Sin embargo, los propios dichos de Confucio revelan su humildad; nunca pretendió poseer la plenitud de la virtud o la sabiduría, siendo siempre consciente de sus limitaciones. Su amor por la virtud y el conocimiento era innegable: las “Analectas” (VII, 18) lo describen como “alguien que en su apasionada búsqueda del conocimiento olvidó la comida, y en el gozo de alcanzarlo olvidó su pena”. Buscaba con celo incansable todo lo edificante en la historia, la poesía y los ritos, compartiéndolo con sus estudiantes. Era un hombre afectivo, compasivo y sumamente considerado con los demás. Su modestia y seriedad se combinaban con una jovialidad natural. Acostumbrado a la adversidad desde niño, hallaba satisfacción y serenidad incluso sin las comodidades ordinarias. Disfrutaba enormemente de la música vocal e instrumental, a menudo cantando acompañado del laúd. Su sentido del humor se transparenta en su crítica a un canto estrepitoso: “¿Por qué utilizar un cuchillo para reses cuando se quiere matar un gallo?”

A menudo, Confucio es visto como el prototipo de hombre virtuoso sin religión, con enseñanzas puramente éticas que no buscan recompensa en la vida futura. No obstante, un examen de las antiguas religiones chinas y los textos confucianistas revela lo superficial de esta afirmación. Confucio era religioso a la manera de su tiempo y lugar. Su falta de alusiones a premios y castigos en el más allá simplemente seguía la tradición de sus predecesores, cuyas creencias no incluían este elemento de retribución futura. Los clásicos chinos, antiguos incluso en su época, no mencionan el infierno, pero sí los premios o castigos otorgados en la vida presente por el Cielo omnipresente. Múltiples textos demuestran que Confucio no se apartó de la creencia tradicional en el supremo Dios-cielo y los espíritus subordinados, en la divina providencia y en la recompensa, y en la existencia consciente de las almas después de la muerte. Sus convicciones religiosas se manifestaron en numerosos actos de piedad y culto.

¿Qué es el Confucianismo?

Por Confucianismo se entiende el complejo sistema de enseñanzas morales, sociales, políticas y religiosas construido por Confucio sobre las antiguas tradiciones chinas. Fue perpetuado como religión de Estado hasta finales de la última dinastía china, Qing, en 1912. Su orientación no se limita a formar hombres de virtud, sino también hombres educados y de buenas maneras. El hombre perfecto, según esta doctrina, debe combinar las cualidades del santo, del académico y del gentilhombre. Es una religión sin revelación positiva, con un mínimo de enseñanza dogmática, cuyos rituales populares se centran en las ofrendas a los muertos. En ella, la noción del deber se extiende más allá de la esfera de la moral estrictamente dicha para abarcar casi todos los detalles de la vida.

Los Pilares de la Sabiduría: Los Textos Confucianistas

El Confucianismo, en su sentido más amplio, abarca no solo las enseñanzas directas de Confucio, sino también documentos, costumbres y ritos tradicionales que él ratificó y que hoy se sustentan en su autoridad. Los textos confucianistas se dividen en dos categorías principales: los «king» (ching), o clásicos, y los «shuh» (libros).

A continuación, presentamos una tabla comparativa de los principales textos «king»:

Nombre (Latinizado/Moderno)Nombre en EspañolContenido PrincipalOrigen/Atribución
Shao King (Shuh Ching)Libro de la HistoriaObra religiosa y moral que detecta la Providencia en la historia y enseña que el Dios-cielo premia al gobernante virtuoso.Unidad de composición alrededor del siglo VI a.C.; fuentes más antiguas.
She-king (Shi Ching)Libro de los Cantos (Odas)Colección de 305 poemas líricos.Algunos de la dinastía Shang (1766-1123 a.C.); la mayoría de la dinastía Chow (hasta 600 a.C.).
I-king (I Ching)Libro de los CambiosEnigmático tratado sobre adivinación con tallos de plantas.Explicaciones del tiempo de Wan y Wu (fundadores de la dinastía Chow, 1122 a.C.). Diez apéndices, ocho atribuidos a Confucio (solo una porción es auténtica).
Li-ki (Li-chi)Libro de los RitosNormas minuciosas de conducta (ceremonias, corte, relaciones, vestido).Forma actual del siglo II d.C.; compilación de documentos de la dinastía Chow. Contiene dichos de Confucio y tratados de sus discípulos.
Ch'un-ts'ew (Ch'un Ch'iu)Primavera y OtoñoBreve tratado histórico, anales del reino de Lu (722-484 a.C.).Atribuido al propio Confucio.
Hiao-king (Hsiao Ching)Libro de la Piedad FilialTratado sobre la piedad filial.Atribuido a Confucio por los chinos; críticos lo sitúan en la escuela de su discípulo Tsang-tze.

Ahora, abordemos la pregunta central: ¿Quién escribió el Shuh? El término “Shuh” en el contexto confucianista se refiere al “Sze-shuh” (Shih Shu), conocido como los Cuatro Libros, una colección que fue unida y reconocida como fundamental en el siglo XI de nuestra era. No fue escrita por una única persona, sino que es una compilación de obras de diferentes autores y períodos, que se consideran esenciales para comprender el pensamiento confucianista. Estos son:

Nombre (Latinizado/Moderno)Nombre en EspañolContenido PrincipalAutoría/Origen
Lun-yüAnalectasVeinte breves capítulos que revelan la persona de Confucio en la vida diaria y conservan muchos de sus dichos morales e históricos.Escrita por “alguno de la siguiente generación” (discípulos de Confucio o sus sucesores), incorpora testimonios auténticos.
Libro de MencioLibro de MencioDichos de Mencio, en su mayoría sobre temas morales. Mencio fue un influyente exponente del Confucianismo.Mencio (Meng-tze), vivió un siglo después de Confucio; sus dichos fueron atesorados y publicados por sus discípulos.
Ta-hio (Ta Hsüeh)El Gran AprendizajeDescripción de un líder virtuoso, basada en las enseñanzas de Confucio. (Originalmente parte del Li-ki).Compuesto por discípulos de Confucio, atribuido al discípulo Tsang-tze.
Chung-YungLa Doctrina del MedioTratado sobre la moderación y el equilibrio en la vida. (Originalmente parte del Li-ki).Compuesto por discípulos de Confucio.

Nuestros primeros conocimientos detallados de estos textos se deben a la ardua labor de los misioneros jesuitas en China durante los siglos XVII y XVIII, como los Padres Prémare, Régis, Lacharme, Gaubil, Noël e Ignacio da Costa, quienes los tradujeron y explicaron con gran erudición. Aunque sus estudios fueron pioneros, las investigaciones modernas, con académicos como el Padre Zottoli y Henri Cordier, han aportado precisiones y completado aún más nuestro entendimiento. Más tarde, el Profesor Legge hizo accesible gran parte de esta obra monumental a los lectores de habla inglesa con sus “Los Clásicos Chinos” y “Los Libros Sagrados del Oriente”.

¿Qué es y para qué sirve la palabra Shh?
En resumen, SHH es una palabra de acrónimo o abreviatura que se define en un lenguaje sencillo. Esta página ilustra cómo SHH se utiliza en los foros de mensajería y chat, además de software de redes sociales como VK, Instagram, Whatsapp y Snapchat.

La Doctrina: Principios y Virtudes

La esencia del Confucianismo radica en una profunda comprensión de la naturaleza humana y la sociedad, fundamentada en principios morales y religiosos que buscan la armonía y el orden.

Fundamentos Religiosos

La religión de la antigua China, a la que Confucio se adhirió reverentemente, era una forma de culto a la naturaleza muy cercana al monoteísmo. Aunque se reconocían numerosos espíritus asociados con la naturaleza (montañas, ríos, tierra, granos, sol, luna, estrellas), todos estaban subordinados al supremo Dios-cielo, T'ien (Cielo), también llamado Ti (Señor) o Shang-ti (Supremo Señor). Estos espíritus eran ministros que actuaban en obediencia a la voluntad de T'ien, quien sostenía la ley moral y practicaba una providencia benigna sobre los hombres. Nada hecho en secreto escapaba a su ojo omnipresente. El castigo para las malas acciones podía manifestarse como calamidades, muerte prematura o desgracia para los descendientes. Como Confucio mismo afirmó: “quien ofende al Cielo no tiene ya a quien orar”.

Otro motivo cuasi religioso para la virtud era la creencia de que la felicidad de las almas de los parientes difuntos dependía en gran medida de la conducta de los descendientes vivos. Se enseñaba que los hijos tenían el deber de contribuir a la gloria y felicidad de sus padres difuntos mediante una vida virtuosa. Aunque Confucio no desdeñaba estos motivos, ponía mayor énfasis en el amor a la virtud por sí misma. Los principios de moralidad y su aplicación concreta en la vida diaria estaban incorporados en los textos sagrados, que representaban las enseñanzas de los antiguos sabios, instruidos por el Cielo. Dichas enseñanzas, aunque no inspiradas ni reveladas, eran consideradas infalibles, fruto de una sabiduría providencial. La noción de una revelación divina positiva está ausente de los textos chinos. Seguir el camino del deber, tal como lo establecen las reglas de conducta, está al alcance de todo hombre, siempre que su naturaleza, buena de nacimiento, no sea irremediablemente perturbada por influencias perniciosas. Confucio sostenía la opinión tradicional de que todos los hombres nacen buenos, sin rastro de algo semejante al pecado original. Para él, lo que pervierte al hombre es el mal ambiente, el mal ejemplo y una inexcusable concesión a los malos apetitos que cualquiera, usando correctamente sus fuerzas naturales, podría y debería dominar. La caída moral por seducciones de espíritus malignos no tenía cabida en su sistema, como tampoco la noción de una gracia divina para fortalecer la voluntad o iluminar la razón. Aunque hay alusiones a la oración, no se recomienda la oración diaria para quien aspira a la perfección.

Apoyos para la Virtud

En el Confucianismo, el cultivo de la virtud se apoya en medios naturales y providenciales. Confucio siempre buscó encender en los demás el entusiasmo que él mismo sentía por la virtud. Para él, la empresa primordial en la vida era hacerse tan bueno como fuera posible. Todo lo que condujera a la bondad debía ser ardientemente buscado y utilizado. Para ello, el conocimiento correcto era indispensable. Al igual que Sócrates, Confucio sostenía que el vicio nace de la ignorancia y que el conocimiento conduce infaliblemente a la virtud. Este conocimiento no era meramente científico, sino una familiaridad edificante con los textos sagrados y las reglas de virtud y propiedad. Otro factor de gran énfasis era la influencia del buen ejemplo. Le encantaba proponer a sus discípulos la admiración por los héroes y sabios de la antigüedad, cuyas nobles hazañas y palabras inculcaba a través del estudio de los clásicos. Muchos de sus dichos son elogios a estos valientes hombres de virtud. También reconocía el valor de los buenos compañeros e ideales elevados, animando a asociarse con los verdaderamente grandes y a hacer amistad con los más virtuosos.

Además de la asociación con los buenos, Confucio recalcaba la necesidad de aceptar la corrección fraterna de los propios errores y el examen diario de conciencia. Como ayuda para la formación de un carácter virtuoso, tenía en alta estima una dosis de autodisciplina, reconociendo el peligro, especialmente en los jóvenes, de caer en hábitos de blandura y amor por lo fácil. Por ello, hacía hincapié en una viril indiferencia hacia las comodidades afeminadas. También reconocía en el arte de la música un poderoso apoyo para encender el entusiasmo por la práctica de la virtud, enseñando a sus discípulos las “Odas” y otros cantos edificantes, que cantaban juntos acompañados de laúdes y arpas. Todo esto, unido al magnetismo de su influencia personal, confería a su enseñanza una fuerte cualidad emocional.

Virtudes Fundamentales

Confucio insistió principalmente en cuatro virtudes como cimientos para una vida de bondad perfecta:

  • Sinceridad: Para Confucio, esta virtud cardinal significaba mucho más que una mera relación social. Incluía ser verídico y sin recovecos al hablar, fiel a las promesas y consciente en el cumplimiento de las obligaciones. El varón sincero era aquel cuya conducta siempre se basaba en el amor por la virtud, observando las reglas correctas tanto en el corazón como en las acciones externas, en la soledad y en la presencia de otros.
  • Benevolencia (Ren): Manifestada en un amable cuidado por el bienestar de los demás y la disposición a ayudarlos en tiempos de necesidad, es un elemento fundamental. Se percibe como el detalle característico del hombre bueno. Mencio, ilustre exponente del Confucianismo, afirmó: “La benevolencia es el hombre” (VII, 16). En los dichos de Confucio, encontramos varias veces su “regla de oro” en su forma negativa: en las “Analectas” (XV,13), cuando un discípulo le pidió un principio rector para toda conducta, el Maestro respondió: “¿Acaso no es la benevolencia mutua tal principio? Lo que no quieras que te hagan a ti no lo hagas a los demás”. Esto es asombrosamente similar a la “regla de oro” de otras tradiciones. Sin embargo, no estaba de acuerdo con el principio de Lao-tze de pagar la ofensa con amabilidad. Su lema era: “Responde a la ofensa con justicia y a la amabilidad con amabilidad” (Analectas, XIV, 36), viendo el asunto desde un punto de vista práctico y legal del orden social: “Recompensar la amabilidad con amabilidad actúa como un motivador para la gente. Responder a la ofensa con justicia actúa como una advertencia” (Li-ki, XXIX, 11).
  • Piedad Filial (Xiao): La tercera virtud fundamental, considerada la “raíz de toda virtud”. Para los chinos, la piedad filial impulsa al hijo a amar y respetar a sus padres, contribuir a su comodidad y darles felicidad y honor mediante el éxito honorable en la vida. Sin embargo, esta devoción podía alcanzar un grado excesivo y erróneo. Como consecuencia del sistema patriarcal, incluía la obligación de los hijos de vivir, incluso casados, bajo el mismo techo del padre y obedecerle casi infantilmente toda la vida. La voluntad de los padres era absoluta, llegando al extremo de hacer que el hijo se divorciara si su mujer no satisfacía los deseos de los padres. Si un hijo aconsejaba a un padre descarriado, debía hacerlo con la mayor mansedumbre; incluso si el padre lo golpeaba, no debía mostrar resentimiento. Por más malo que fuera el padre, nunca perdía su derecho al respeto filial de su hijo.
  • Propiedad (Li): Otra virtud de primordial importancia que abarca toda la esfera de la conducta humana, motivando al hombre superior a realizar siempre la acción correcta en el lugar correcto. Encuentra su máxima expresión en las reglas ceremoniales, que no se limitan a ritos religiosos y normas morales, sino que se extienden a la asombrosa cantidad de usos y costumbres convencionales que rigen la etiqueta china. Estas se definían ya en tiempos de Confucio como las trescientas mayores y tres mil menores reglas ceremoniales, todas las cuales debían ser cuidadosamente aprendidas. Tanto los usos convencionales como las reglas de comportamiento moral conllevaban un sentido de obligación que descansaba primordialmente en la autoridad de los sabios-reyes y, en último término, en la voluntad del Cielo. Despreciar tales normas o desviarse de ellas era equivalente a un acto de impiedad.

Los Ritos: La Vida en Armonía

El "Li-ki" establece seis observancias ceremoniales principales: coronaciones, matrimonios, rituales de duelo, sacrificios, fiestas y entrevistas. Cuatro de ellas han persistido sin cambios notables hasta la actualidad:

  • Coronaciones: Una ceremonia de alegría que honraba al hijo al cumplir los veinte años. En presencia de parientes e invitados, el padre le otorgaba un nombre especial y le colocaba un gorro de cuatro puntas, símbolos de su virilidad madura, seguido de una fiesta.
  • Matrimonios: De gran importancia, ya que casarse para tener hijos varones era una obligación grave para todo hijo, esencial para preservar el sistema patriarcal y asegurar el culto a los antepasados. Según el "Li-ki", el hombre joven debía casarse a los treinta y la mujer a los veinte. La propuesta y aceptación del matrimonio no eran asunto de los interesados, sino de sus padres, con arreglos preliminares hechos por un intermediario tras asegurarse de que los signos eran propicios mediante adivinación. Las partes no podían tener el mismo apellido ni relación sanguínea hasta el quinto grado. El día de la boda, el novio llevaba a la novia a casa de su padre, donde se les ofrecían bebidas dulces en copas hechas de mitades de melón, simbolizando su unión. La novia pasaba a ser parte de la familia de sus suegros, sujeta a su autoridad. Aunque se fomentaba la monogamia, se permitían concubinas si la esposa no podía tener hijos varones o por otras razones justificadas. Existían siete causas, además de la infidelidad, para el repudio de la esposa, incluyendo la ausencia de hijos varones.
  • Ritos Funerarios: De suma importancia y muy elaborados, ocupando la mayor parte del "Li-ki". Variaban en detalle y duración según el rango y la relación del difunto. Los más impresionantes eran los del padre: durante los tres primeros días, el hijo, vestido con arpillera de cáñamo blanco, ayunaba, saltaba y gritaba. Tras el entierro, el hijo debía llevar ropa de luto de arpillera durante veinticuatro meses, alimentándose escasamente y viviendo en una choza junto a la tumba. Las "Analectas" narran la indignada condena de Confucio ante la sugerencia de acortar el duelo a un año.
  • Sacrificios: Mencionados repetidamente en los textos confucianistas. A diferencia de otras religiones, la idea de propiciación a través de la sangre estaba totalmente ausente. Se reducían a ofrendas de alimentos para expresar culto reverente, una fiesta solemne para honrar a los espíritus, a quienes se invitaba y se creía que disfrutaban de la diversión. Se preparaban carnes y bebidas, con música vocal e instrumental y danzas de pantomima. Los celebrantes no eran sacerdotes, sino jefes de familia, señores feudales y, principalmente, los reyes. El Confucianismo no tiene un sacerdocio formal.

El culto del pueblo se limitaba al llamado culto a los antepasados, que algunos consideran una fiesta para honrar a los familiares difuntos. En cada hogar, desde el palacio real hasta la humilde choza, había una cámara o "templo de los antepasados" donde se guardaban tablillas de madera con los nombres de los difuntos. En fechas preestablecidas, se colocaban ofrendas de fruta, vino y carnes ante estas tablillas, donde se creía que los espíritus ancestrales hacían su morada temporal. Además, semestralmente, en primavera y otoño, cada clan realizaba honras públicas para los antepasados comunes, con banquetes, música y danzas, a los que se invitaba a los antepasados difuntos. Aún más grandiosas eran las fiestas trienales o quinquenales ofrecidas por el rey a sus antepasados. También se hacían ofrendas a benefactores públicos, y el propio Confucio fue honrado así después de su muerte, siendo considerado el más grande de ellos. Esta veneración religiosa al Maestro se mantiene fielmente en China hasta hoy, con templos como el de la Universidad Imperial de Pekín, donde el emperador realizaba visitas reales y ofrecía sacrificios dos veces al año.

¿Cómo se expresa Shh?
En un principio, Shh se expresa simétricamente en el nodo pero, debido a la señalización negativa mediada por la ActivinβB y por Bmp4, su expresión se reprime en el lado derecho y se queda restringida al lado izquierdo.

El "Li-ki" también menciona los sacrificios del pueblo a los "espíritus de la tierra". El culto a los espíritus de mayor rango era deber de los funcionarios más elevados, señores feudales y, exclusivamente, del rey, quien ofrecía sacrificios a los espíritus del reino, grandes y pequeños, especialmente al Cielo y la Tierra en los solsticios de invierno y verano. Para los chinos, el sacrificio era una fiesta para los espíritus visitantes, y las normas de propiedad dictaban que los espíritus más elevados debían ser honrados por los representantes más elevados de los vivos. Era apropiado que solo el rey, el Hijo del Sol, realizara ofrendas solemnes al Cielo en nombre de su pueblo. Esto perdura hasta nuestros días: el culto sacrificial al Cielo y la Tierra es celebrado únicamente por el emperador, asistido por un gran séquito y con una magnificencia ceremonial asombrosa. Orar privadamente al Cielo y quemar incienso para él era una forma válida de mostrar piedad, aún practicada, sobre todo en noches de luna llena.

El Confucianismo en la Esfera Política

Confucio conoció una única forma de gobierno: la monarquía tradicional de su tierra natal, una extensión del sistema patriarcal a toda la nación. El rey ejercía una autoridad absoluta sobre sus súbditos, como un padre sobre sus hijos, gobernando por derecho divino. Era erigido providencialmente por el Cielo para iluminar al pueblo con leyes sabias y conducirlo al bien con su ejemplo y autoridad, de ahí su título: "Hijo del Cielo". Sin embargo, para merecer este título, el rey debía reflejar la virtud del Cielo. Solo un rey de altos ideales obtenía el favor del Cielo y era recompensado con prosperidad. Un rey indigno perdía la asistencia del Cielo y se convertía en una nulidad.

Los textos confucianistas abundan en lecciones y advertencias sobre el buen gobierno. Se enfatiza fuertemente el valor del buen ejemplo por parte del gobernante. Una y otra vez se asienta el principio de que el pueblo no puede dejar de practicar la virtud cuando el gobernante da el mayor ejemplo de conducta recta. Por otro lado, en más de un lugar se implica que cuando abundan el crimen y la miseria, la causa debe buscarse en un rey indigno y en ministros sin principios.

Historia y Resiliencia del Confucianismo

La inflexible postura del Confucianismo respecto a los líderes malvados y egoístas fue lo que casi causó su extinción a finales del siglo III a.C. Shi Hwang-ti, quien derrocó a la dinastía Chow en el año 213 a.C., promulgó un decreto que ordenaba la destrucción de todos los libros confucianistas, excepto el "Y-king". Se amenazó con la pena de muerte a los estudiosos que fueran encontrados en posesión de los libros prohibidos o enseñándolos. Cientos de maestros confucianistas se negaron a someterse y fueron enterrados vivos. Para cuando llegó la reacción contraria, durante la dinastía Han, en el año 191 a.C., el trabajo de exterminación estaba casi completo. Sin embargo, gradualmente, aparecieron copias más o menos bien conservadas, y los textos confucianistas fueron poco a poco restaurados a su lugar de honor. Generaciones de estudiosos dedicaron sus mejores años a la interpretación de los "king" y los "shu", lo que resultó en una monumental obra literaria.

Como religión de estado de China, el Confucianismo ha ejercido una profunda influencia en la vida nacional. Esta influencia apenas fue tocada por las formas inferiores del Budismo y el Taoísmo, las cuales, como cultos populares, empezaron a florecer en China alrededor del siglo I de nuestra era. En la burda idolatría de esos cultos, los ignorantes encontraban la satisfacción de necesidades religiosas que la religión del Estado no podía ofrecer. No obstante, no dejaban de ser confucianistas por abrazar el Taoísmo y el Budismo, ya que estos cultos no eran más que adherencias de las creencias confucianistas y de las costumbres de las clases bajas, formas populares de devoción que se colgaban como parásitos a la religión ancestral. Los chinos educados despreciaban tanto las supersticiones budistas como las taoístas, aunque algunos, nominalmente adheridos al Confucianismo puro y simple, sostenían opiniones racionalistas sobre el mundo de los espíritus. En números, los confucianistas alcanzaban los trescientos millones antes de la Revolución China de 1911. Aunque la "Revolución Cultural" de Mao Zedong (1951-52) buscó erradicarlo, considerándolo una expresión de aristocracia contrarrevolucionaria y decadente, no lo logró del todo. Regímenes posteriores han reabierto las puertas a la investigación, y con ello, el Confucianismo ha recuperado parte de su antigua influencia en China.

Confucianismo y Civilización Contemporánea

El Confucianismo posee muchas cualidades admirables. Ha enseñado una noble concepción del Dios-cielo, inculcado un estándar notablemente alto de moralidad y promovido la influencia purificadora de la educación literaria y el comportamiento cortés. Sin embargo, también se ve afectado por serios defectos inherentes a toda civilización imperfecta en sus remotos comienzos. La asociación de T'ien con innumerables espíritus de la naturaleza (sol, luna, estrellas, colinas, campos, ríos), el uso supersticioso de la adivinación con ramitas y conchas de tortuga, y la noción de que los espíritus superiores y las almas de los muertos se deleitaban con ofrendas de espléndidos banquetes, no resisten la crítica inteligente moderna.

¿Quién escribió el Shuh?
La obra, escrita por alguno de la siguiente generación, parece incorporar el auténtico testimonio de sus discípulos. El segundo lugar en el "Shuh" se le da al "Libro de Mencio". Mencio, "Meng-tze" (Meng-zi. Idem, N.T.), no fue discípulo directo del Maestro; vivió cerca de un siglo después.

Además, una religión no puede responder adecuadamente a las necesidades religiosas del corazón humano cuando limita la participación del pueblo en la adoración solemne de la divinidad, cuando no encuentra utilidad en la oración, cuando no reconoce realidades como la gracia, y cuando carece de una enseñanza definida respecto a la vida futura. Como sistema social, el Confucianismo elevó a los chinos a un nivel intermedio de cultura, pero por generaciones les impidió un mayor progreso. Su rígida insistencia en rituales y costumbres que tienden a perpetuar sistemas patriarcales con sus anexos de poligamia y divorcio, la excesiva reclusión y discriminación de la mujer, y una indebida limitación de la libertad individual, contrastan dolorosamente con la progresiva civilización cristiana.

Preguntas Frecuentes sobre el Confucianismo y sus Textos

¿Es el Confucianismo una religión o una filosofía?
Es un sistema complejo que integra enseñanzas morales, sociales, políticas y religiosas. Aunque Confucio se centró en la ética y el buen gobierno, su doctrina se construyó sobre antiguas tradiciones chinas con elementos de culto al Cielo y a los antepasados, y fue perpetuada como religión de Estado, lo que le confiere características de ambos.

¿Quién fue Confucio y cuándo vivió?
Confucio (K'ung-Tze) fue el mayor exponente del Confucianismo, nacido en el 551 a.C. y fallecido en el 478 a.C. Fue un maestro, filósofo y funcionario chino que dedicó su vida a promover la virtud, la educación y el orden social a través de sus enseñanzas y ejemplo.

¿Qué son los "Cuatro Libros" del Confucianismo (Sze-shuh)?
Los "Cuatro Libros" son una colección fundamental de textos confucianistas compilada en el siglo XI d.C. Incluyen las "Analectas" (registros de dichos de Confucio), el "Libro de Mencio" (enseñanzas de su seguidor Mencio), "El Gran Aprendizaje" y "La Doctrina del Medio" (ambos tratados originalmente parte del "Libro de los Ritos").

¿Cuál es la "Regla de Oro" en el Confucianismo?
Confucio enunció su "regla de oro" en su forma negativa: "Lo que no quieras que te hagan a ti no lo hagas a los demás". Este principio de benevolencia mutua es central en su enseñanza ética.

¿Cómo influyó el Confucianismo en la sociedad china?
El Confucianismo ejerció una profunda influencia en la vida nacional china, moldeando su sistema educativo, su estructura familiar (con énfasis en la piedad filial), su gobierno (con un fuerte ideal de gobernante virtuoso) y sus costumbres sociales. Se convirtió en la base de la moralidad y la etiqueta para todo chino cultivado durante milenios.

Si quieres conocer otros artículos parecidos a Confucianismo: Los Clásicos Chinos y el Legado de Confucio puedes visitar la categoría Librerías.

Subir