El Caro y la Fascinante Mitología Valenciana

30/06/2025

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La rica tapicería de la cultura valenciana no solo se teje con luz y color, sino también con las sombras de sus ancestrales leyendas. Cada pueblo, cada rincón del mundo, posee un panteón de seres míticos, criaturas que habitan el umbral entre lo real y lo imaginario, y que cumplen una función esencial en la transmisión de valores y la cohesión social. En la Comunitat Valenciana, estos personajes son conocidos como 'els espantacriatures', figuras que, a través del miedo, han aleccionado a generaciones de niños sobre los peligros del mundo, incentivando la obediencia y la prudencia. Pero no todo miedo es paralizante; existe aquel que atrae, que genera una curiosidad innegable, segregando adrenalina y dopamina, convirtiendo lo temible en una experiencia fascinante. Es en este contexto donde se inscribe la búsqueda de El Caro, una de las figuras más enigmáticas y evocadoras de este bestiario popular.

¿Dónde aparece el Caro?
El Caro, mitad hombre mitad búho, suele aparecer representado junto a un gato o una serpiente. Según la leyenda, este personaje que era antaño un pastor, aparece en medio de la noche, en la montaña, castigado por los dioses por tratar de engañar a un viajero, y condenado a reunir eternamente a su rebaño de cabras.

Desde tiempos inmemoriales, el miedo ha sido un motor fundamental para el cerebro humano, una herramienta primordial en la construcción de identidades culturales. Apela directamente a la supervivencia, tanto del individuo como de su comunidad, frente a lo desconocido. Gracias a esta emoción primigenia, tomamos ciertas decisiones, evitamos caminos peligrosos o escogemos otros más seguros. Sin embargo, hay una faceta del miedo que nos resulta extrañamente atractiva: aquella que nos impulsa a ver películas de terror, a celebrar Halloween o a explorar leyendas urbanas. Ante estos miedos “buscados”, nuestro cerebro responde segregando un cóctel químico de adrenalina, serotonina y dopamina, un neurotransmisor directamente asociado con el placer. Es esta dualidad la que hace que la mitología de los monstruos no solo sea un elemento de advertencia, sino también una fuente inagotable de asombro y fascinación.

Índice de Contenido

El Caro: El Búho Errante de las Montañas Valencianas

Entre los numerosos seres que pueblan el imaginario valenciano, El Caro emerge como una figura de profunda melancolía y eterna condena. Este ser, mitad hombre y mitad búho, es un habitante nocturno de las montañas, cuya leyenda se transmite con un susurro entre los vientos fríos de las cumbres. Su historia es un lamento perpetuo, un eco de un castigo divino que lo persigue a través del tiempo. Antaño, El Caro fue un simple pastor, un hombre de campo que, en su afán de engañar a un viajero, incurrió en la ira de los dioses. Como penitencia por su deshonestidad y su intento de fraude, fue condenado a una existencia solitaria y a una tarea interminable: reunir eternamente a su rebaño de cabras.

La presencia de El Caro se manifiesta a través de un canto repetitivo y angustioso que resuena en la quietud de la noche: “Ya tengo una, ya tengo dos, ya tengo tres...”. Esta letanía continúa hasta que el pastor-búho alcanza la sexta cabra. Justo cuando la séptima, la última, está a punto de ser reunida, las anteriores se le escapan, obligándolo a empezar de nuevo su infructuosa labor. Este ciclo sin fin lo condena a una búsqueda perpetua, un eco constante de su error original. La leyenda de El Caro no solo aterrorizaba a los viajeros que osaban cruzar las montañas valencianas durante la noche, sino que también servía como una advertencia sutil sobre las consecuencias de la deshonestidad y la importancia de la integridad. Su aparición, siempre en la oscuridad montañosa, subraya la vulnerabilidad del ser humano frente a lo indomable de la naturaleza y el peso de una maldición eterna, un recordatorio de que las acciones tienen repercusiones que pueden trascender el tiempo.

Otros Espantacriatures Emblemáticos de la Comunitat Valenciana

La riqueza del bestiario valenciano va más allá de El Caro, ofreciendo una galería de seres que, cada uno a su manera, han moldeado la psique infantil y la tradición oral de la región. Cada monstruo encarna un miedo específico o una lección moral, creando un tapiz cultural vibrante y complejo.

Miquelot, el Hombre del Saco Valenciano

Conocido también como Saginer o el Hombre del Saco, Miquelot es la personificación del peligro que acecha fuera de casa, la figura que encarna la amenaza de lo desconocido. Este ser desarrapado, corpulento y oscuro, con un saco colgado del cuello, deambula de pueblo en pueblo en busca de niños que se aventuran solos por las calles. La leyenda, que se nutre de sucesos reales de la época como el infame crimen de Gádor en Almería, donde se secuestraban niños para supuestos fines macabros, sugiere que Miquelot utiliza la grasa de sus víctimas para fabricar jabones o ungüentos. Su incapacidad para entrar en las casas refuerza la idea del hogar como un refugio seguro, un santuario inexpugnable ante las amenazas del exterior. Es una figura que apela directamente al miedo a lo desconocido y a la protección infantil, inculcando la precaución de no separarse de los padres ni deambular sin supervisión.

El Butoni, el Castigador Doméstico

Si Miquelot es la advertencia para los que salen, El Butoni es el vigilante de la conducta dentro del hogar. Este monstruo, cuya forma es tan cambiante como la imaginación popular, aparece cuando los niños desobedecen: no quieren comer o tardan en dormirse. A veces un demonio con cuernos y garras, otras una bestia peluda de gran tamaño, El Butoni no tiene piedad de aquellos que se burlan de él o no creen en su existencia. Se dice que puede colarse por la cerradura para atrapar a los niños que no duermen, asegurándose de que la disciplina se mantenga incluso en la intimidad del hogar. Su leyenda se arraigó tanto que, tras la Guerra de la Independencia, la “ronda del Butoni” se convirtió en un cuerpo policial en València, conocido por su brutalidad y sus apariciones nocturnas, llevando a la gente consigo con gritos, al igual que el monstruo. Esto demuestra cómo el mito se entremezcló con la realidad social, reforzando su poder intimidatorio.

L'home dels nassos, la Curiosa Figura de Fin de Año

Este singular personaje combina el terror con la comedia, ofreciendo una de las figuras más peculiares del folclore valenciano. L'home dels nassos es un hombre con tantas narices como días quedan en el año. El 1 de enero, contaría con 365 narices, y solo se le puede ver el 31 de diciembre, el último día del año, cuando le queda la última. La tradición valenciana invita a los niños a buscarlo ese día, a menudo con los padres señalando a cualquier forastero o bromeando sobre haberlo visto pasar. No representa un peligro real para los niños y, según algunas versiones, vive en los árboles. Su leyenda es una forma lúdica de marcar el paso del tiempo y celebrar el fin de un ciclo, convirtiendo el miedo en una tradición festiva y entrañable.

¿Cuántos libros tiene Di Cario?
Damián Di Cario es el autor de Ediciones Musicales A. Boecazzi, que consta de 300 ejemplares.

Nyítols, los Ladrones de Recuerdos

Los “nyítols” son unas criaturas muy pequeñas, similares a duendes, que son invisibles al ojo humano y su existencia está ligada a la noche de San Juan, un momento de distracción y celebración al aire libre. Estos seres minúsculos se introducen en el cerebro de las personas a través del oído y se alimentan de la memoria, royéndola poco a poco. Una vez dentro, son casi imposibles de extraer. Quienes los portan experimentan aturdimiento y desconcierto, perdiendo progresivamente sus recuerdos y su capacidad de raciocinio, hasta dejar el cerebro “vacío de raciocinio”. Son una metáfora del olvido y la vulnerabilidad de la mente, advirtiendo sobre la distracción y la exposición a peligros invisibles que pueden mermar nuestra esencia.

La Quarantamaula, el Fantasma de los Tejados

Este es uno de los monstruos con más formas del bestiario valenciano, lo que lo hace aún más impredecible y aterrador. La Quarantamaula puede manifestarse con cabeza de gallina, medio cuerpo cubierto de plumas, piernas humanas, cuello de buitre, o incluso como una bruja, un cuerpo de caracol o de gato. Su comportamiento, sin embargo, es constante: camina por los tejados durante la noche, golpeando las ventanas de las habitaciones infantiles para asustarlos y generar obediencia. Es una advertencia clara para los niños que no se acuestan a tiempo o que son demasiado ruidosos, una figura que asegura que el silencio y el orden prevalezcan durante las horas de sueño. Su multiplicidad de formas la hace aún más inquietante, pues puede ser cualquier cosa que inspire miedo en la oscuridad.

El Moro Mussa, el Vengador de La Valldigna

La leyenda de El Moro Mussa se entrelaza con la historia de la Reconquista y la memoria de los conflictos territoriales. Se dice que fue un monarca o caudillo musulmán despojado de sus tierras por Jaime I, y que desde entonces vaga por La Valldigna en busca de venganza. Se esconde en las cuevas más oscuras de la montaña y aterroriza a los niños que se aventuran por allí. Para ahuyentarlo, es tradicional recitar un sortilegio mientras se juntan los puños contra el pecho: “Veste’n moro Mussa, o moriràs com una puça”. A menudo se le representa junto a un gato o una serpiente, símbolos de su astucia y su conexión con el inframundo, representando el miedo a lo desconocido en los parajes naturales y la persistencia de antiguas rencillas históricas.

Santa Marta i la Tarasca, la Bestia Redimida

A diferencia de otros monstruos, la historia de La Tarasca ofrece un rayo de esperanza y un mensaje de redención. Es un híbrido con cabeza de león, caparazón de tortuga y cola de escorpión. Su leyenda está ligada a Santa Marta, quien logró apaciguarla y pasearla entre la población para demostrar que ya no era una amenaza, que había sido dominada y ya no aterrorizaría a los niños. Por ello, La Tarasca tiene un lugar especial en las procesiones del Corpus Christi, simbolizando la redención y la victoria del bien sobre el mal, la capacidad de transformar el miedo en fe y tranquilidad. El DRAE la define como una “mujer temible o denigrada por su agresividad, fealdad, desaseo o excesiva desvergüenza”, lo que añade una capa de significado a su figura, quizás como advertencia social.

Bubota, los Espectros Desobedientes

Las bubotas son fantasmas que acosan y raptan a los niños desobedientes. Existen también en Mallorca, y cuando las personas las ven, pueden llegar a morir del susto y reencarnarse en bubotas, perpetuando así su ciclo de existencia etérea. Tienen la apariencia tradicional de un fantasma, cubiertas de telas y de aspecto incorpóreo. Suelen estar quietas y permanecer invisibles, y cuando alguien se acerca se hacen visibles y se mueven flotando, mientras dejan a su paso un escalofrío que recorre a los que se la cruzan. Se cuenta que durante la posguerra española, algunos contrabandistas se vestían de bubota para espantar a los guardias y que no sorprendiesen el tráfico de mercancías ilegales, lo que demuestra cómo el miedo a estas criaturas se integró en la vida cotidiana y fue utilizado incluso con fines prácticos.

Tabla Comparativa de los Monstruos Valencianos

Para comprender mejor la diversidad y función de estos seres míticos, presentamos una tabla comparativa que resume sus características principales:

MonstruoApariencia PrincipalRol / AmenazaMensaje Subyacente / Función
El CaroMitad hombre, mitad búho.Castigado a reunir eternamente su rebaño. Canto melancólico que aterroriza a viajeros nocturnos.Advertencia sobre la deshonestidad y el peso de una condena eterna.
Miquelot (Saginer)Hombre desarrapado, corpulento, oscuro, con un saco.Rapta niños solos en la calle. Usa su grasa para jabones. No entra en casas.Peligro de salir solo, importancia de la seguridad en el hogar.
El ButoniForma indefinida (demonio, bestia peluda, cuernos, garras).Aparece si los niños se portan mal (no comen, no duermen). Se cuela por cerraduras.Fomenta la obediencia y el buen comportamiento en casa.
L'home dels nassosHombre con tantas narices como días quedan en el año.No representa peligro. Se le ve solo el 31 de diciembre.Personificación del paso del tiempo, figura lúdica para Fin de Año.
NyítolsCriaturas muy pequeñas, similares a duendes, invisibles.Entran por el oído, se alimentan de la memoria, causando pérdida de recuerdos y raciocinio.Advertencia sobre la distracción y la vulnerabilidad mental.
La QuarantamaulaMúltiples formas (cabeza de gallina, cuerpo de caracol, bruja, etc.).Camina por los tejados, golpea ventanas para asustar a niños desobedientes.Generador de obediencia, especialmente para los que no duermen.
El Moro MussaAntiguo caudillo musulmán, vaga en cuevas. Acompañado de gato o serpiente.Aterroriza a los niños en las cuevas de La Valldigna, busca venganza.Memoria histórica, miedo a lo desconocido en lugares apartados.
La TarascaHíbrido (cabeza de león, caparazón de tortuga, cola de escorpión).Originalmente aterrorizaba niños, pero fue apaciguada por Santa Marta.Símbolo de redención, victoria del bien sobre el mal.
BubotaFantasmas incorpóreos, cubiertos de telas.Acosan y raptan niños desobedientes. Verlas puede causar la muerte y reencarnación.Miedo a lo sobrenatural, consecuencias de la desobediencia.

Preguntas Frecuentes (FAQ) sobre los Monstruos Valencianos

¿Por qué son importantes los monstruos en la cultura valenciana?
Los monstruos valencianos, conocidos como 'els espantacriatures', cumplen una función cultural y social vital. No solo servían para entretener, sino principalmente para educar y advertir. A través de estas figuras, se transmitían normas de conducta, se enseñaba a los niños a ser cautelosos con los extraños, a obedecer a sus padres, a no salir solos de casa o a no adentrarse en lugares peligrosos como cuevas o montañas. Son una forma de cohesión social y de transmisión de la identidad cultural a través de generaciones.
¿Es El Caro un monstruo peligroso para las personas?
Según la leyenda, El Caro no es directamente peligroso en el sentido de atacar o raptar a personas como lo harían Miquelot o las Bubotas. Su amenaza reside más en la atmósfera de terror y melancolía que genera. Su canto eterno y su figura imponente en la noche montañosa infunden miedo en los viajeros, advirtiéndoles sobre los peligros de transitar por esos parajes oscuros y solitarios. Su historia es más una lección moral sobre el castigo de la deshonestidad que una amenaza física inminente.
¿Qué diferencia hay entre Miquelot y El Butoni?
La principal diferencia radica en su ámbito de acción y el tipo de desobediencia que castigan. Miquelot (o Saginer) es el "hombre del saco", una figura que acecha en el exterior, llevándose a los niños que están solos en la calle, fomentando así la prudencia y la permanencia en el hogar. Es una amenaza externa. Por otro lado, El Butoni es un monstruo doméstico, que se enfoca en los niños que se portan mal dentro de casa: aquellos que no quieren comer, que no se duermen o que son demasiado traviesos. El Butoni se cuela por las cerraduras, lo que lo convierte en una amenaza interna que busca la obediencia en el ámbito familiar.
¿Son estas criaturas puramente ficticias o tienen algún origen real?
Si bien las criaturas en sí son míticas, muchas de sus leyendas tienen raíces en eventos reales, miedos colectivos o fenómenos naturales. Por ejemplo, la leyenda de Miquelot se vio reforzada por sucesos como el crimen de Gádor, donde se secuestraban niños. El Butoni inspiró el nombre de un cuerpo policial. Los "espantacriatures" a menudo personificaban peligros muy reales para los niños de antaño, como perderse en el campo, el riesgo de accidentes, la desnutrición o la disciplina familiar. Son ficciones con un fuerte anclaje en la realidad social y cultural de su tiempo.
¿Cómo se transmiten estas leyendas hoy en día?
Tradicionalmente, estas leyendas se transmitían de forma oral, de abuelos a padres y de padres a hijos, a menudo a través de cuentos antes de dormir o advertencias directas. Hoy en día, aunque la transmisión oral sigue existiendo, también se mantienen vivas a través de libros de folclore, proyectos educativos, eventos culturales, festivales locales y, por supuesto, internet. La creciente popularidad de Halloween y el interés por las tradiciones locales han revitalizado el interés en estos seres, asegurando que sigan siendo parte del patrimonio cultural valenciano.

La mitología valenciana, con su vasto repertorio de 'espantacriatures' como El Caro, Miquelot o El Butoni, es mucho más que un conjunto de cuentos para asustar. Es un reflejo de la historia, las preocupaciones y la sabiduría popular de un pueblo. Estas figuras, desde el melancólico pastor-búho hasta los traviesos duendes de la memoria, nos recuerdan la importancia del respeto a las normas, la cautela ante lo desconocido y el valor de la familia y el hogar como refugio. Al explorar estas leyendas, no solo nos adentramos en un mundo de fantasía y misterio, sino que también conectamos con las raíces profundas de una identidad cultural que sigue viva y resonando en el corazón de la Comunitat Valenciana, invitándonos a seguir explorando las sombras de su rica tradición oral.

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