El Juicio de Sócrates: Las Apologías Inmortales

15/10/2025

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El nombre de Sócrates resuena a través de los siglos como un pilar del pensamiento occidental, no solo por su profunda filosofía, sino también por el dramático y controvertido final de su vida. En el año 399 a. C., Atenas fue testigo de un evento que marcaría para siempre la historia de la filosofía y la justicia: el juicio y posterior ejecución de Sócrates. Este episodio, lejos de ser un mero acontecimiento histórico, se convirtió en un símbolo de la confrontación entre el pensamiento crítico y el poder establecido, así como de la búsqueda incansable de la verdad. La trascendencia de este juicio se debe en gran parte a las obras de dos de sus más prominentes discípulos, Platón y Jenofonte, quienes, a través de sus respectivas “Apologías”, inmortalizaron la defensa de su maestro, ofreciéndonos una ventana única a un momento crucial para la humanidad. Pero, ¿quién fue Sócrates, por qué fue juzgado y cómo sus últimas palabras se convirtieron en un legado eterno?

Índice de Contenido

El Juicio que Conmocionó Atenas: Acusaciones y Contexto

En el corazón de la Atenas democrática del siglo IV a. C., Sócrates era una figura ampliamente reconocida, aunque no siempre bien vista. Mucho antes de su juicio, su imagen ya había sido caricaturizada en la comedia de Aristófanes “Las nubes” (420 a. C.), donde se le presentaba como un charlatán pomposo. Esta percepción pública, aunque satírica, ya sembraba las semillas de una futura hostilidad.

¿Quién escribió la apología de Sócrates?
Jenofonte también escribió una Apología de Sócrates. Los antiguos atenienses no le dieron al juicio de Sócrates el carácter icónico que posee hoy en día. Atenas acababa de atravesar un período complicado, donde un grupo pro espartano designado como los Treinta Tiranos había derogado la democracia en su búsqueda por imponer un gobierno oligárquico.

El cargo formal que se levantó contra Sócrates fue el de impiedad (asebéia), aunque en el fondo se le acusaba de “corromper a los jóvenes” y de “no creer en los dioses de la ciudad, sino introducir nuevas deidades”. Es crucial entender que Sócrates, a diferencia de muchos otros pensadores de su tiempo, nunca dejó un solo escrito. Su filosofía se transmitía oralmente, a través de lo que hoy conocemos como el método socrático: un diálogo constante basado en preguntas y respuestas (el elenchos) que buscaba refutar las falsas certezas y las reputaciones de sabiduría y virtud. Este método, si bien revelador para sus discípulos, resultó profundamente molesto para las élites y la opinión pública ateniense, ganándole el epíteto de “crítico de Atenas”.

La imitación de su método por parte de los jóvenes atenienses, que a menudo desafiaban el orden social y los valores morales establecidos, generó una considerable perturbación. Aunque Sócrates mismo había luchado por Atenas y abogaba por la obediencia a las leyes, su crítica abierta a la democracia, especialmente a la práctica de las elecciones por sorteo, no ayudaba a su causa. Su razonamiento de que ningún otro oficio permitía una elección tan arbitraria, aunque lógico, era percibido como una afrenta a los principios democráticos. Además, la asociación de Sócrates con figuras como Alcibíades, quien traicionó a Atenas en favor de Esparta, y Critias, uno de los líderes de los Treinta Tiranos (la oligarquía proespartana que gobernó Atenas tras la derrota en la guerra del Peloponeso), aumentó la suspicacia de los demócratas. Aunque existen registros de la enemistad entre Sócrates y Critias, la percepción popular era que Sócrates había “educado” a un enemigo de la democracia, como lo expresó el orador Esquines años después.

Finalmente, su peculiar visión religiosa también contribuyó a su condena. Sócrates hacía referencia a un espíritu personal, o daimon, que le advertía sobre posibles acontecimientos. Aunque él explicaba que nunca le imponía nada, muchos contemporáneos lo interpretaron como un rechazo a la religión oficial del Estado. Para Sócrates, vivir las virtudes era de mayor importancia que el culto tradicional a los dioses, una postura que chocaba con las creencias establecidas y que, sumada a los demás factores, cimentó el camino hacia su trágico destino.

Los Acusadores de Sócrates: Un Triunvirato de Resentimiento

El proceso legal contra Sócrates comenzó con una acusación formal. Tres hombres fueron los encargados de presentar los cargos ante el arconte, la autoridad judicial ateniense:

  • Ánito: Un ciudadano ateniense prominente, hijo de Antemión, que representaba a los políticos y artesanos. Su resentimiento hacia Sócrates pudo derivar de las críticas que el filósofo hacía a la forma de gobernar y a la supuesta sabiduría de los líderes.
  • Meleto: Un poeta, fue quien presentó la denuncia formal (graphé) ante el arconte. Se cree que representaba los intereses de los poetas y artistas, a quienes Sócrates a menudo desafiaba con sus preguntas, exponiendo su falta de conocimiento real.
  • Licón: Del cual se sabe poco, pero según la Apología de Platón, era el representante de los oradores. Es probable que su animadversión surgiera del método socrático que desmantelaba la retórica vacía y la falta de contenido en muchos discursos.

Una vez que el arconte determinó que había un caso que merecía ser juzgado, Sócrates fue convocado a presentarse ante un jurado de ciudadanos atenienses para responder a las acusaciones de corrupción de la juventud y asebeia (impiedad).

El Proceso Judicial: Una Democracia en la Encrucijada

El sistema judicial ateniense difería enormemente de los modernos. Los jueces eran ciudadanos voluntarios, varones, seleccionados por lotería de todas las clases sociales. Para juicios públicos como el de Sócrates, la Heliea (el tribunal ateniense) solía contar con un jurado de 501 ciudadanos. Esta gran cantidad de jurados buscaba, en teoría, asegurar la imparcialidad y la representatividad, aunque también podía hacer que las decisiones fueran más susceptibles a la emoción popular y a la retórica.

Después de que Sócrates y sus acusadores presentaron sus disertaciones, el jurado procedió a votar. El resultado fue una condena por un margen relativamente estrecho: 280 votos a favor de la condena contra 221 en contra. Esta votación, aunque decisiva, muestra que no había un consenso abrumador en contra de Sócrates, y que una parte significativa de los jurados lo consideró inocente o, al menos, no merecedor de condena.

Tras el veredicto de culpabilidad, la ley ateniense exigía que tanto el fiscal como el acusado propusieran una pena. Sócrates, con su característico ingenio y desdén por las convenciones, propuso inicialmente una pena que era en sí misma una burla: comidas gratuitas en el Pritaneo, un honor reservado a los benefactores de la ciudad y a los héroes olímpicos. Esta propuesta no solo resaltaba su pobreza, sino también su creencia de que, lejos de ser un criminal, él era un benefactor de Atenas. Ante la previsibilidad de que esta propuesta no fuera aceptada, Sócrates sugirió una multa de 100 dracmas, lo que equivalía a una quinta parte de sus posesiones, demostrando su extrema pobreza. Finalmente, ante la insistencia de sus amigos y discípulos, accedió a proponer una multa de 3000 dracmas (30 minas de plata), una suma considerable que Platón, Critón, Critóbulo y Apolodoro se ofrecieron a garantizar. Sin embargo, sus acusadores habían propuesto la pena de muerte, y fue esta la que finalmente prevaleció en la segunda votación del jurado.

La coherencia de Sócrates con sus principios fue absoluta hasta el final. A pesar de que sus seguidores le recomendaron huir –una práctica común y a menudo tolerada en la Atenas de la época–, él se negó. Para Sócrates, escapar habría significado traicionar su propia filosofía de obediencia a las leyes de la ciudad, incluso cuando estas leyes lo condenaban injustamente. Así, con serenidad y dignidad, Sócrates llevó a cabo su propia ejecución bebiendo la cicuta, un veneno mortal. Murió a la edad de 70 años, convirtiéndose en uno de los primeros mártires intelectuales de la historia, una figura cuya muerte, más que su vida, selló su inmortalidad.

¿Quién escribió la apología de Sócrates?
Jenofonte también escribió una Apología de Sócrates. Los antiguos atenienses no le dieron al juicio de Sócrates el carácter icónico que posee hoy en día. Atenas acababa de atravesar un período complicado, donde un grupo pro espartano designado como los Treinta Tiranos había derogado la democracia en su búsqueda por imponer un gobierno oligárquico.

Las Apologías: Dos Visiones Inmortales

La profunda impresión que el juicio y la muerte de Sócrates dejaron en sus contemporáneos es evidente en el hecho de que dos de sus más cercanos discípulos, Platón y Jenofonte, dedicaron obras a relatar los acontecimientos. Ambas se titulan “Apología de Sócrates”, y aunque comparten el mismo objetivo de defender la memoria de su maestro, presentan matices y enfoques ligeramente diferentes.

La Apología de Platón, que forma parte de su primera tetralogía de diálogos (junto con Eutifrón, Critón y Fedón), es la versión más conocida y estudiada. En ella, Platón presenta a Sócrates como un hombre de principios inquebrantables, un buscador incansable de la verdad que, incluso frente a la muerte, mantiene su dignidad y su agudeza intelectual. La Apología platónica es una obra maestra de la retórica y la filosofía, donde Sócrates defiende no solo su vida, sino su forma de vida, su misión divina de examinar a los hombres y de exhortarlos a preocuparse por el alma y la virtud.

Por su parte, Jenofonte también escribió una “Apología de Sócrates”, así como otros textos como “Recuerdos de Sócrates” que abordan la vida y las enseñanzas del filósofo. La versión de Jenofonte, a menudo considerada más pragmática y menos literaria que la de Platón, se centra en la defensa de la moralidad y la lealtad de Sócrates a Atenas, buscando refutar las acusaciones de manera más directa y menos filosófica. Mientras Platón eleva a Sócrates a la categoría de un mártir filosófico casi divino, Jenofonte lo presenta como un ciudadano ejemplar y un maestro de virtudes prácticas. Ambas obras son invaluables para comprender la figura de Sócrates y el contexto de su juicio.

A continuación, una tabla comparativa de las Apologías:

CaracterísticaApología de PlatónApología de Jenofonte
Enfoque principalDefensa filosófica de la vida y misión de Sócrates, elevándolo a mártir de la verdad.Defensa de la moralidad, lealtad y sensatez de Sócrates como ciudadano.
EstiloMás literario, dramático y filosófico. Un diálogo vivo y elocuente.Más fáctico, directo y menos elaborado en su retórica.
Imagen de SócratesSabio divinamente inspirado, irónico, desafiante y resuelto.Ciudadano piadoso, maestro de la virtud práctica, más preocupado por la refutación de cargos específicos.
PropósitoPreservar la esencia filosófica de Sócrates y su legado intelectual.Rehabilitar la reputación de Sócrates contra acusaciones concretas, mostrando su valía cívica.

El Legado de un Mártir Filosófico: Interpretaciones a Través del Tiempo

Curiosamente, en el mundo antiguo, el juicio de Sócrates no tuvo el carácter icónico que posee hoy. Para los atenienses, el evento se enmarcaba en un contexto político muy reciente y doloroso: el gobierno de los Treinta Tiranos. La conexión de Critias, líder de esa oligarquía, con Sócrates, era vista como una razón justificable para la desconfianza. El orador Esquines, por ejemplo, lo expresó claramente al preguntar: “¿Acaso no condenaron a muerte a Sócrates el sofista, compañeros ciudadanos, porque se demostró que había educado a Critias, uno de los Treinta que derribaron la democracia?” Esta visión, aunque simplista, reflejaba la preocupación de una democracia recién restaurada por protegerse de aquellos que percibía como sus enemigos.

Sin embargo, en el mundo moderno, la muerte de Sócrates, tal como la presenta Platón, ha inspirado a innumerables artistas, escritores y filósofos. Para algunos, la ejecución de quien Platón llamó “el más sabio y justo de todos los hombres” es una prueba de la falibilidad de la democracia y de cómo la mayoría puede equivocarse al suprimir el pensamiento disidente. Esta perspectiva ve a Sócrates como un mártir de la libertad de expresión y del intelecto.

Otros, como I. F. Stone en su libro “El juicio de Sócrates”, argumentan que la acción de los atenienses fue una defensa justificable de su democracia. Stone sugiere que Sócrates, a pesar de sus virtudes, representaba una amenaza a la estabilidad política de Atenas, especialmente después del traumático episodio de los Treinta Tiranos y la traición de Alcibíades. Desde esta perspectiva, el juicio no fue tanto un ataque a la filosofía, sino una medida de autoprotección de una sociedad que había sufrido mucho.

A pesar de las diversas interpretaciones, la imagen predominante de Sócrates en la cultura occidental es la de una figura paternal, sabia y benevolente, martirizada por sus profundas creencias intelectuales. Esta narrativa, hábilmente construida por Platón y Jenofonte, ha permitido que el mito de Sócrates y su ejecución adquiera una vida propia, a menudo separada de las complejidades del hombre histórico y de las verdaderas motivaciones políticas de su tiempo. Su legado perdura como un recordatorio constante de la importancia del autoexamen, la virtud y la inquebrantable búsqueda de la verdad, incluso frente a la adversidad más extrema.

Preguntas Frecuentes sobre el Juicio de Sócrates

A continuación, respondemos algunas de las preguntas más comunes sobre este trascendental evento histórico:

  • ¿Quién escribió la Apología de Sócrates?
    Las dos versiones más conocidas y completas de la Apología de Sócrates fueron escritas por dos de sus más destacados discípulos: Platón y Jenofonte. Ambas obras buscan defender la memoria de su maestro y relatar los acontecimientos de su juicio.
  • ¿Por qué fue juzgado Sócrates?
    Sócrates fue formalmente acusado de impiedad (asebéia) y de corromper a los jóvenes de Atenas, así como de no creer en los dioses de la ciudad e introducir nuevas deidades. Sin embargo, detrás de estas acusaciones subyacían resentimientos políticos y sociales, incluyendo su crítica a la democracia y su asociación con figuras antidemocráticas.
  • ¿Cuál fue la sentencia de Sócrates?
    Después de ser declarado culpable, el jurado ateniense condenó a Sócrates a la pena de muerte. Aunque Sócrates propuso inicialmente penas alternativas, como comidas gratuitas en el Pritaneo o una multa, sus acusadores insistieron en la pena capital, que fue finalmente aprobada por el jurado.
  • ¿Aceptó Sócrates su condena?
    Sí, Sócrates aceptó su condena. A pesar de que sus amigos le ofrecieron la oportunidad de escapar, Sócrates se negó por principios, argumentando que huir habría significado desobedecer las leyes de Atenas y traicionar su propia filosofía de obediencia cívica. Eligió beber la cicuta, el veneno con el que fue provisto, para llevar a cabo su propia ejecución.
  • ¿Qué es el método socrático?
    El método socrático, también conocido como elenchos, es una forma de diálogo y razonamiento basada en preguntas y respuestas. Sócrates lo utilizaba para examinar las creencias de sus interlocutores, refutar sus contradicciones y llevarlos al descubrimiento de la verdad por sí mismos, a menudo exponiendo su falta de conocimiento real.

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