05/07/2025
En el vasto universo de la literatura, existen obras que trascienden el tiempo y el espacio, resonando con la fibra más íntima del ser humano. Una de estas gemas es el poema “La vuelta al hogar” de Olegario Víctor Andrade, un nombre que evoca la riqueza de la poesía romántica argentina. Este artículo se sumergirá en la profundidad de esta obra maestra y en la figura de su autor, desentrañando por qué sigue conmoviendo a quienes se acercan a sus versos. Es importante destacar que, a pesar de títulos similares en el cine, nuestra exploración se centra exclusivamente en el poema y en la vida de este insigne escritor, un faro de la cultura latinoamericana.

La infancia es, sin duda, esa estación de la vida a la que nadie se negaría a regresar. Un reino inolvidable, lleno de escenarios mágicos donde la inocencia imperaba sin concesiones, prejuicios ni egoísmos. Allí, la ternura se dibujaba espontáneamente en una sonrisa sincera, y las virtudes poseían una forma natural y auténtica, comparable a la belleza silenciosa de las flores. En ese mundo siempre añorado, la hipocresía era apenas una palabra triste, confinada en una oscura cárcel del futuro. Es precisamente este anhelo profundo el que Olegario Víctor Andrade plasmó con maestría en uno de sus poemas más emblemáticos.
- Olegario Víctor Andrade: El Alma de un Poeta Romántico
- “La Vuelta al Hogar”: Un Viaje al Corazón de la Infancia Ausente
- El Legado Musical: “La Casa de la Infancia Ausente”
- El Poema Completo: “La Vuelta al Hogar”
- Análisis Profundo: La Melancolía del Regreso
- Preguntas Frecuentes sobre Olegario Víctor Andrade y su Obra
- ¿Quién fue Olegario Víctor Andrade?
- ¿Cuál es la obra más conocida de Olegario Víctor Andrade?
- ¿De qué trata el poema “La vuelta al hogar”?
- ¿Fue musicalizado el poema “La vuelta al hogar”?
- ¿Está relacionado “La vuelta al hogar” con alguna película?
- ¿Dónde se encuentran los restos de Olegario Víctor Andrade?
Olegario Víctor Andrade: El Alma de un Poeta Romántico
Olegario Víctor Andrade fue una figura multifacética y compleja, cuya vida estuvo marcada por la adversidad y una inquebrantable vocación por las letras. Nacido el 6 de marzo de 1839 en Alegrete, Rio Grande del Sur, Brasil, sus padres se habían radicado allí huyendo de la dictadura rosista. No obstante, algunos documentos sugieren que su nacimiento pudo haber ocurrido en Gualeguaychú, Entre Ríos, Argentina, el 7 de marzo de 1841. Esta dualidad en su origen ya presagiaba una vida de caminos difíciles.
Quedó huérfano a una edad muy temprana, lo que lo obligó a forjarse un camino autodidacta y lleno de sacrificios. Abandonó el colegio secundario en 1857, antes de cumplir los 17 años, y sin más bagaje que incipientes estudios de filosofía, nociones generales de historia y conocimientos elementales de literatura, se lanzó al mundo del periodismo y las letras. Su formación fue desordenada, pero su voluntad y esfuerzo suplieron las carencias formales.
Andrade fue un ferviente admirador del genio literario francés Víctor Hugo, aunque sus críticos señalan que sus textos, a veces, carecieron de la elaboración necesaria para emularlo. Sus conocimientos académicos y su rigor cultural eran limitados, pero compensó estas carencias con una fuerza expresiva y un ímpetu que relegaban a un segundo plano ciertas imperfecciones de estilo. Fue un poeta intuitivo, movido más por la pasión que por la norma, más por la fiebre que por la sabiduría. Un autor que nunca pretendió ser un artista glorioso, sino un canal para sus emociones y pensamientos.
Su poesía se manifestó en dos tendencias bien definidas: los poemas y cantos extensos, enfáticos, desmesurados y heroicos, donde exhibía un cariz épico; y la poesía intimista, en la que disminuía su voz para lograr un tono confesional, manifestando afectos y emociones más personales. En esta última categoría se inscribe “La vuelta al hogar”, una obra que revela su profunda sensibilidad lírica. Falleció en Buenos Aires el 30 de octubre de 1882, dejando un legado literario y ético que aún hoy resuena.
“La Vuelta al Hogar”: Un Viaje al Corazón de la Infancia Ausente
El poema “La vuelta al hogar” es una profunda reflexión sobre el paso del tiempo, la nostalgia y la pérdida de la inocencia. Relata, con palabras de profundo sentimiento y emoción, ese paraíso imaginado de la infancia, pero desde la percepción subjetiva y doliente de alguien que retorna después de una larga ausencia. El protagonista, ahora un hombre, se encuentra con un escenario físico que parece inmutable, pero su interior ha sido transformado irremediablemente por la vida y el sufrimiento.
El poema comienza con una descripción que subraya la aparente permanencia del entorno:
«Todo está como era entonces,
la casa, la calle, el río.
¡Confidentes del secreto
de mis primeros suspiros!»
Esta estrofa inicial establece un contraste fundamental que se desarrollará a lo largo de toda la obra: el paisaje físico permanece intacto, mientras que el ser que lo contempla ha cambiado drásticamente. Los árboles, el río, las brisas, las ondas y los murmullos son viejos conocidos, testigos silenciosos de los primeros sueños y confidencias del niño que fue. El sauce que moja su cabellera en el río, las achiras, el tronco de ceibo que le daba sombra y abrigo, todos estos elementos naturales son personificados, compartiendo sus penas y delirios con el joven.
Sin embargo, la melancolía se apodera del tono a medida que el recuerdo avanza hacia la despedida. El día de la partida, triste y sombrío, es acompañado por el canto de un zorzal, una imagen de su propio destino: el de un viajero de los espacios, siempre amante y fugitivo. Sus trinos, aunque dulces, parecen susurrar un adiós.

El clímax emocional llega con el regreso del protagonista, ahora un hombre con arrugas en la frente y el cabello emblanquecido. Aquella alma limpia y pura de la infancia se ha convertido en una tumba, un abismo de lobreguez. El corazón noble y ardoroso de antaño, que hallaba el mundo pequeño para sus gigantes designios, es ahora un hueco poblado de sombras, de sueños dispersos. El poema culmina con la desoladora constatación de que, aunque el entorno físico se mantenga, el cambio interno es irreversible y doloroso:
¡Ah! Todo está como entonces,
los sauces, el cielo, el río.
Las olas, hojas de plata,
del árbol del infinito.
El niño se ha vuelto hombre
y el hombre tanto ha sufrido.
¡Que apenas trae en el alma,
la soledad del abismo!
Esta obra es un lamento por la inocencia perdida, una meditación sobre el inexorable paso del tiempo y la soledad que acompaña al crecimiento y al sufrimiento. Andrade logra transmitir una emoción universal: la añoranza de un pasado idealizado y la dolorosa confrontación con la realidad presente.
El Legado Musical: “La Casa de la Infancia Ausente”
La profunda emotividad de “La vuelta al hogar” no solo caló hondo en los lectores de poesía, sino que también inspiró a otros artistas. El excelente compositor e intérprete mendocino Reinaldo Daniel Altamirano musicalizó estos versos, transformándolos en una bellísima canción titulada “La casa de la infancia ausente”.
Esta adaptación musical tuvo una amplia aceptación popular y una repercusión masiva en los festivales de música tradicional argentina durante las décadas de 1970 y 1980. La melodía de Altamirano supo capturar la melancolía y la ternura del poema, llevando la obra de Andrade a un público aún más amplio y consolidando su lugar en la memoria cultural argentina. La canción se convirtió en un himno a la nostalgia, permitiendo que las palabras de Andrade cobraran una nueva vida y conmovieran a generaciones enteras, algunas de las cuales quizás ni siquiera conocían el poema original.
El Poema Completo: “La Vuelta al Hogar”
Para apreciar plenamente la maestría de Olegario Víctor Andrade, es fundamental sumergirse en la totalidad de sus versos. A continuación, presentamos el poema “La vuelta al hogar”:
Poema La vuelta al Hogar – Olegario Víctor Andrade
Todo está como era entonces,
la casa, la calle, el río.
Los árboles, con sus hojas
y las ramas con sus nidos.
Todo está, nada ha cambiado.
El horizonte es el mismo.
Lo que dicen esas brisas
ya otras veces me lo dicho.
Ondas, aves y murmullos
son mis viejos conocidos.
¡Confidentes del secreto
de mis primeros suspiros!
Bajo aquel sauce que moja
su cabellera en el río.
Largas horas he pasado,
a solas con mis delirios.
Las hojas de esas achiras
eran el tosco abanico,
que refrescaba mi frente
y humedecía mis rizos.
Un viejo tronco de ceibo,
me daba sombra y abrigo.
Un ceibo que desgajaron
los huracanes de estío.
Piadosa una enredadera
de perfumados racimos.
Lo adornaba con sus flores,
de pétalos amarillos.
El ceibo estaba orgulloso
con su brillante atavío.
Era un collar de topacios.
ceñido al cuello de un indio.
Todos aquí me confiaban
sus penas y sus delirios.
Con sus suspiros las hojas,
con sus murmullos el río.
Qué triste estaba la tarde
la última vez que nos vimos.
Tan sólo cantaba un ave
en el ramaje florido.
Era un zorzal que entonaba
sus más dulcísimos himnos.
Pobre zorzal que venía,
a despedir a un amigo.
Era el cantor de las selvas,
la imagen de mi destino.
Viajero de los espacios,
siempre amante y fugitivo
¡Adiós! parecían decirme
sus melancólicos trinos.
Adiós, hermano en los sueños.
Adiós, inocente niño.
Yo estaba triste, muy triste,
el cielo oscuro y sombrío.
Lo juncos y las achiras,
se quejaban al oírlo.
Han pasado muchos años
desde aquel día tristísimo.
Muchos sauces han tronchado,
los huracanes bravíos.
Hoy vuelve el niño hecho hombre,
no ya contento y tranquilo.
Con arrugas en la frente
y el cabello emblanquecido.
Aquella alma limpia y pura,
como un raudal cristalino.
Es una tumba que tiene,
la lobreguez del abismo.
Aquel corazón tan noble,
tan ardoroso y altivo.
Que hallaba el mundo pequeño,
a sus gigantes designios,
Es hoy un hueco poblado
de sombras que no hacen ruido.
Sombras de sueños dispersos,
como neblina de estío.
¡Ah! Todo está como entonces,
los sauces, el cielo, el río.
Las olas, hojas de plata,
del árbol del infinito.
El niño se ha vuelto hombre
y el hombre tanto ha sufrido.
¡Que apenas trae en el alma,
la soledad del abismo!
Análisis Profundo: La Melancolía del Regreso
El poema de Andrade es una obra maestra de la lírica romántica, donde la naturaleza no es solo un telón de fondo, sino un personaje activo que dialoga con el yo poético. El río, los árboles, las brisas y los sonidos se convierten en confidentes de los secretos de la infancia. Esta personificación dota al paisaje de una cualidad casi mística, un santuario de recuerdos inalterados.
La estructura del poema refleja el viaje emocional del protagonista. Comienza con una aparente calma y la constatación de que “Todo está como era entonces”, una frase que se repite, pero cuyo significado se transforma. Al principio, es una afirmación de permanencia; al final, se convierte en un contraste doloroso con el cambio interno del narrador. El ceibo, que una vez fue refugio y orgullo, ahora evoca la fuerza destructora de los “huracanes de estío”, una metáfora de las vicisitudes de la vida.
El zorzal, el “cantor de las selvas”, es una figura clave. Su canto en la despedida no es solo un adiós al amigo, sino un presagio del destino viajero y errante del protagonista. La naturaleza, que antes compartía confidencias, ahora llora con él: “Lo juncos y las achiras, se quejaban al oírlo”.

La parte final del poema es la más desoladora. El “niño hecho hombre” no regresa “contento y tranquilo”, sino marcado por el sufrimiento. El alma “limpia y pura” se ha vuelto una “tumba”, y el corazón noble, un “hueco poblado de sombras”. Andrade utiliza imágenes potentes para describir la devastación interior: “la lobreguez del abismo”, “sombras de sueños dispersos”. La soledad que trae en el alma es el último y más amargo fruto de su viaje por la vida. La coincidencia conceptual con Miguel de Unamuno, quien escribió: “No sé cómo puede vivir, quien no lleve a flor de alma los recuerdos de su niñez”, subraya la universalidad del sentimiento que Andrade explora.
Preguntas Frecuentes sobre Olegario Víctor Andrade y su Obra
¿Quién fue Olegario Víctor Andrade?
Olegario Víctor Andrade fue un destacado escritor, político y poeta argentino del siglo XIX, nacido en 1839 (o 1841, según otras fuentes) y fallecido en 1882. Fue una figura autodidacta que, a pesar de una vida difícil, se convirtió en un influyente periodista y literato, reconocido por su poesía lírica y épica.
¿Cuál es la obra más conocida de Olegario Víctor Andrade?
Una de sus obras más conocidas y conmovedoras es el poema “La vuelta al hogar”, que explora temas de nostalgia, infancia y el paso del tiempo. También es reconocido por obras de mayor extensión y carácter épico.
¿De qué trata el poema “La vuelta al hogar”?
El poema “La vuelta al hogar” narra el regreso de un hombre a su pueblo natal y a la casa de su infancia después de muchos años de ausencia. A través de sus versos, contrasta la inmutabilidad del paisaje físico con la profunda transformación y el sufrimiento experimentado por el protagonista, quien añora la inocencia perdida de su niñez.
¿Fue musicalizado el poema “La vuelta al hogar”?
Sí, el poema fue musicalizado por el compositor e intérprete mendocino Reinaldo Daniel Altamirano, quien lo convirtió en una popular canción titulada “La casa de la infancia ausente”. Esta versión tuvo gran éxito en los festivales de música tradicional argentina durante las décadas de 1970 y 1980.
¿Está relacionado “La vuelta al hogar” con alguna película?
No, “La vuelta al hogar” es un poema. Aunque existen películas con títulos similares o temáticas de regreso al hogar, este artículo se refiere específicamente a la obra literaria de Olegario Víctor Andrade, y no tiene relación directa con producciones cinematográficas como ‘El viaje de vuelta a su hogar’ o ‘El camino de vuelta a su hogar’.
¿Dónde se encuentran los restos de Olegario Víctor Andrade?
Los restos de Olegario Víctor Andrade descansan en el Cementerio de la Recoleta, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
El poema “La vuelta al hogar” de Olegario Víctor Andrade es mucho más que una simple composición literaria; es un espejo en el que se reflejan las emociones universales de la pérdida, la nostalgia y la confrontación con el paso del tiempo. A través de sus versos, Andrade nos invita a reflexionar sobre la huella imborrable de la infancia y la compleja relación entre nuestro ser presente y el niño que fuimos. Su capacidad para transmitir una melancolía tan profunda, sin caer en la desesperanza, lo consagra como uno de los grandes poetas de su tiempo. Su legado sigue vivo, no solo en las páginas de sus libros, sino también en el corazón de quienes se dejan conmover por la belleza y la verdad de su poesía.
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