04/09/2024
La historia oficial de la Guerra Civil española a menudo concluye en 1939, pero para miles de españoles, el conflicto y sus terribles consecuencias se extendieron por décadas más allá de esa fecha. Fueron los conocidos como “topos”, hombres y mujeres que, por temor a las represalias del bando vencedor, se vieron obligados a desaparecer, a vivir recluidos en la clandestinidad de sus propios hogares o en escondrijos improvisados. Su existencia, marcada por el miedo y la soledad, fue una de las realidades más desgarradoras y menos contadas de la posguerra española, hasta que dos periodistas valientes se propusieron sacarla a la luz.

Este artículo explora la obra fundamental que reveló estas vidas ocultas: el libro Los Topos, de Jesús Torbado y Manuel Leguineche, y profundiza en algunas de las historias más impactantes que ellos documentaron, ofreciendo una ventana a la resiliencia y el sacrificio de aquellos que vivieron, literalmente, bajo tierra.
¿Quiénes fueron los 'Topos'? Una Realidad Oculta
Los "topos" fueron individuos que optaron por la reclusión forzosa para evitar la feroz represión franquista que siguió al fin de la Guerra Civil española. Tras la victoria del bando sublevado en 1939, miles de combatientes, cargos públicos republicanos, sindicalistas y simples simpatizantes del gobierno legítimo se enfrentaron a un destino incierto: fusilamiento, prisión o exilio. Para muchos, la única opción fue la invisibilidad.
Estos hombres y mujeres, a menudo con la complicidad y el sacrificio de sus familias, se ocultaron en "toperas" improvisadas: desvanes, sótanos, huecos en paredes, pozos o incluso cuevas en la sierra. La duración de su ocultamiento varió drásticamente; algunos permanecieron escondidos por semanas o meses, hasta que la situación se calmaba o lograban una vía de escape. Otros, sin embargo, vivieron décadas recluidos, sin contacto con el mundo exterior, hasta que un decreto de amnistía o su propia desesperación les permitió salir.
La figura del "topo" no fue un fenómeno aislado de una región específica; hubo "topos", huidos y desaparecidos por toda la geografía española, desde las costas de Andalucía hasta los pueblos de Castilla y las montañas del norte. Cada historia era un drama personal de supervivencia, miedo constante y una profunda desconexión con una realidad que avanzaba sin ellos.
'Los Topos': La Obra que Destapó el Silencio
La historia de los "topos" permaneció en gran medida en la sombra durante el régimen de Franco. Fue en plena Transición Democrática, en 1977, cuando los periodistas Jesús Torbado y Manuel Leguineche se embarcaron en una misión extraordinaria para rescatar del olvido estas figuras. Su trabajo culminó con la publicación del libro Los Topos (reeditado posteriormente por la editorial Capitán Swing), una obra que se convirtió en un pilar fundamental para la memoria histórica de España.

Torbado y Leguineche se lanzaron a la tarea de recabar testimonios inéditos, una labor extremadamente difícil y peligrosa incluso en la incipiente democracia. Durante sus ocho años de investigación, los autores siguieron pistas, recibieron "portazos" y, en no pocas ocasiones, se enfrentaron a "amenazas de muerte". El miedo seguía latente en las familias de los "topos", quienes temían las posibles repercusiones de hablar sobre un pasado tan doloroso y censurado.
El libro no solo narra las experiencias de los "topos" que lograron salir, sino que también rinde homenaje a aquellos "otros desaparecidos que no pudieron contar su propia historia". Es un testimonio del "gran sacrificio colectivo" que marcó las vidas de estos individuos y las de sus familiares, quienes a menudo vivieron bajo la constante amenaza de ser descubiertos, compartiendo el peso del secreto y la angustia de la clandestinidad.
Historias que Emergen de la Oscuridad
Las páginas de Los Topos están repletas de relatos desgarradores que ilustran la cruda realidad de la vida en la clandestinidad. Cada historia es un viaje a la desesperación, pero también a la increíble capacidad de supervivencia humana.
El Trágico Fin del Topo de Felanitx
Una de las historias más amargas que Torbado y Leguineche recogen es la de un "topo" encontrado en Felanitx, Mallorca. Este hombre, apodado "El Torero", había permanecido oculto durante décadas en un pozo. Trágicamente, fue delatado por las monjas de la orden de la Caridad que frecuentaban el lugar. Al encontrar su guarida, los falangistas lo asesinaron cruelmente y, en un acto de atrocidad y venganza, expusieron su cadáver en plena carretera con un mensaje macabro: "Para que tires tachuelas en la carretera". "El Torero" no tenía más de 40 años y llevaba años "borrado del mundo".
Juan y Manuel Hidalgo: 28 Años Escondidos en Benaque, Málaga
La odisea de los hermanos Juan y Manuel Hidalgo comienza con la caída del frente de Málaga en febrero de 1937, un período de terror y lluvias torrenciales. Manuel, de 27 años, y Juan, de 31, recordaban la "Desbandá", el éxodo masivo por carretera bajo el incesante fuego de barcos y aviación. Tras llegar a Almería y pasar por Alicante, donde sufrieron las atrocidades de los campos de concentración y las brigadas militares, ambos hermanos lograron volver a su pueblo natal, Benaque, en Málaga, donde vivirían la mitad de sus vidas como "topos".
Juan fue el primero en regresar, caminando durante 16 días y noches sin parar, llegando a finales de abril de 1939. Manuel, que se encontraba en Motilla del Palancar (Cuenca) al finalizar la guerra, tardó casi un mes en llegar a Benaque el 4 de mayo de 1939, recordando que "no se atrevía uno más que a andar de noche sin ver a nadie".

Lo más sorprendente es que estuvieron escondidos muy cerca el uno del otro, sin saberlo. Solo la comunicación entre sus dos mujeres, primas entre sí, Ana Cisneros (esposa de Manuel) y Ana Gutiérrez (esposa de Juan), destapó aquella verdad en la noche del 4 de mayo de 1939. La alegría de saberse vivos fue una victoria. A pesar de su proximidad, Juan y Manuel no pudieron verse hasta 1967. Juan Hidalgo narra su vejez sin pensión alguna, una huella indeleble de los 29 años de guerra que marcaron sus vidas.
Manuel Serrano Ruiz: 13 Años Oculto en Almodóvar del Campo
Manuel Serrano Ruiz, apodado "el anarquista solitario" en Almodóvar del Campo (Ciudad Real) por su liderazgo en la CNT, decidió esconderse al acabar la guerra por miedo a las represalias. Su "topera" fue el desván de la casa de su madre, Bernardina. Su hermana Esperanza relató a Leguineche y Torbado cómo un estrecho espacio, accesible por una trampilla, se convirtió en su prisión durante más de una década. La estrechez era tal que Manuel nunca pudo ponerse de pie, sufriendo una grave cojera.
Su encierro fue un calvario de desesperación. Su madre le alimentaba con limosnas del Auxilio Social, y su mujer Ana y sus hijos solo lo veían cada dos meses. Manuel gritaba a su madre, "cansado de la vida, furioso". No salió hasta 1953, cuando ya no pudo más. A pesar del drama, fue sometido a un Consejo de Guerra, pasó casi una década en la cárcel y, finalmente, fue indultado al final de la dictadura y desterrado a Orihuela, donde pudo reencontrarse con su familia y trabajar como aparcacoches.
Miguel Villarejo: 30 Años Escondido en Bailén
Miguel Villarejo, conocido como "Miguelico" o "El Perdiz" por su profesión de cazador furtivo, huyó a la sierra días antes de que terminara la guerra, temiendo que "con la victoria de Franco nos van a moler las costillas". Afiliado a la UGT, usó su conocimiento del monte para permanecer oculto mientras sus compañeros del Frente Popular eran fusilados.
Durante la posguerra, los falangistas y la Guardia Civil no daban tregua en su búsqueda. "El Perdiz" elegía refugios al azar, llegando a pasar "siete días metido bajo tierra" en un lugar llamado "las cárceles", alimentándose solo de garbanzos tostados. Recordaba las calamidades: "Tienes que acostarte una noche a dormir encima de un peñón, no puedes dejar rastro, resistir el frío, y el calor". Su esperanza de vida le mantuvo: "mientras hay vida, había esperanza porque si hubiera sabido que iba a estar así años me hubiera pegado un tiro en la cabeza". No fue hasta el decreto de Franco de 1969, que prescribía los delitos de guerra, cuando Miguel se atrevió a salir, respirando el aire de la libertad en la plaza de su pueblo, recibido por sus amigos y el cura Don Francisco.

Manuel Cortés Quero: 30 Años Escondido en Mijas
Manuel Cortés, el último alcalde republicano de Mijas, emergió de su "agujero" el 11 de abril de 1969, tras treinta años de reclusión. Había esperado la amnistía proclamada por Franco para todos los delitos anteriores al 1 de abril de 1939. Cortés se ocultó en su propia casa, en una habitación interior, con la única compañía de la radio y la lectura. Aunque tuvo reservas y pensó en entregarse, su mujer, Juliana, le convenció de no hacerlo, consciente del destino fatal de sus vecinos.
Su historia inspiró la reciente producción cinematográfica La Trinchera Infinita, que narra las terribles vivencias de Manuel, como su necesidad de vestirse de anciana para cambiar de "topera" cuando su mujer compró una casa definitiva donde estuvo recluido 18 años. El 11 de abril de 1969, al inscribirse de nuevo en el registro civil, "quedó inscrito un recién nacido de 64 años y ojos azul verdosos", los mismos ojos que, según Torbado y Leguineche, veían su pueblo de Mijas "transformado por una invasión turística, por la irrupción de los coches, los autocares los burro-taxis que desplazaban a todos los extranjeros". Una vida que Manuel había perdido entre muros y que tardó tres décadas en desenterrar.
El Decreto de Amnistía: El Fin de una Agonía
Para la mayoría de los "topos", el fin de la guerra no llegó en 1939, sino mucho más tarde. El verdadero punto de inflexión fue el decreto de Franco de marzo de 1969, que establecía la prescripción de los delitos cometidos durante la Guerra Civil y el inicio de la dictadura. Este documento significó el fin de una agonía de décadas para muchos, permitiéndoles salir de sus escondites sin el temor inmediato a ser fusilados o encarcelados.
Este decreto, aunque tardío y enmarcado en el contexto de la dictadura, abrió una rendija de esperanza que permitió que estas personas recuperaran, al menos parcialmente, su libertad y su identidad. Fue un momento de reencuentro con un mundo que había cambiado drásticamente, y con familias que habían soportado el peso de un secreto insoportable durante años.
Preguntas Frecuentes sobre Los Topos
| Pregunta | Respuesta |
|---|---|
| ¿Por qué se escondían los "topos"? | Se escondían por miedo a las fuertes represalias del bando vencedor (franquistas) tras la Guerra Civil española, que podían incluir fusilamientos, prisión o tortura. |
| ¿Quiénes escribieron el libro "Los Topos"? | El libro "Los Topos" fue escrito por los periodistas españoles Jesús Torbado y Manuel Leguineche. |
| ¿Cuánto tiempo estuvieron escondidos algunos "topos"? | Algunos estuvieron ocultos por pocas semanas o meses, pero otros permanecieron recluidos durante décadas, incluso hasta 30 años o más, como Manuel Cortés o Miguel Villarejo. |
| ¿Qué dificultades enfrentaron los autores al investigar para el libro? | Durante su investigación, Jesús Torbado y Manuel Leguineche enfrentaron grandes dificultades, incluyendo "portazos", amenazas de muerte y el temor persistente de las familias a hablar sobre el pasado. |
| ¿Cuándo pudieron salir finalmente los "topos"? | Muchos "topos" pudieron salir de sus escondites a partir de marzo de 1969, cuando el régimen de Franco publicó un decreto que prescribía los delitos de guerra, ofreciendo una especie de amnistía. |
El libro Los Topos de Jesús Torbado y Manuel Leguineche no es solo una crónica periodística; es un monumento a la resiliencia y al sufrimiento humano. Al dar voz a aquellos que fueron obligados a vivir en las sombras, la obra no solo recuperó un capítulo esencial de la historia de España, sino que también nos recordó el incalculable costo humano de los conflictos y la importancia de la memoria. Las historias de Juan y Manuel Hidalgo, Manuel Serrano, Miguel Villarejo y Manuel Cortés, entre muchos otros, son un testimonio perdurable de la voluntad de sobrevivir y del anhelo inquebrantable de libertad.
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